Los derechos LGBT bajo presión en El Salvador de Bukele

LGBT Rights Under Pressure in Bukele’s El Salvador

De la mano, Andrea y Fiorella asisten a una misa improvisada en el garaje de una casa en San Salvador. Allí dicen que no temen ser discriminadas por una sociedad que cierra cada vez más los espacios para la diversidad sexual.

Ante un crucifijo colgando en una columna bajo una fila de banderas multicolores, alrededor de 15 miembros de la comunidad LGBT entonan cánticos, toman comunión y escuchan pasajes de la Biblia. “Es un espacio seguro donde puedo asistir con mi pareja, ser bienvenida sin ser juzgada”, dijo Fiorella Turchkeim, una psicóloga de 30 años.

Para ella y Andrea Ordóñez, una farmacéutica de 30 años, la llamada Comunidad de Santa María Magdalena, una organización inspirada en la fe anglicana que se define como “radicalmente inclusiva”, es “un respiro” en medio de un clima de “intolerancia”.

Después de ser reelegido por otro periodo de cinco años en febrero gracias a su lucha contra las pandillas, el presidente Nayib Bukele ha adoptado una política conservadora, a pesar de haber afirmado que apoyaba las demandas LGBT antes de llegar al poder.

Hace una semana, Bukele anunció el despido de 300 empleados del Ministerio de Cultura por promover “agendas” incompatibles con la visión de su gobierno, lo cual varios funcionarios celebraron como una defensa de “la familia tradicional”, “la fe” y “la vida”.

Días antes, el Ministerio de Cultura había aprobado la presentación de una obra de teatro LGBT en el Teatro Nacional, que fue cancelada abruptamente después de su primera presentación.

Las personas LGBT quedan “en una situación vulnerable” cuando escuchan al presidente definirlos como “antinaturales, anticristianos, antifamilia”, afirmó Luis Chávez, un hombre gay que sirve como pastor en la organización religiosa que se ha reunido durante aproximadamente dos años en la casa de una ONG, en declaraciones a AFP.

¿Reveses?

Poco después de barrer en las elecciones, Bukele asistió en febrero, al igual que su homólogo argentino Javier Milei, a la convención conservadora más grande de los Estados Unidos, que ovacionó al expresidente Donald Trump.

Ese mismo mes, el Ministerio de Educación anunció que eliminaba “toda huella” de perspectiva de género de los libros de texto escolares, una decisión aplaudida por grupos conservadores y criticada por activistas de derechos humanos. Bukele está ingresando “a este pequeño club de políticos ultraderechistas mega reaccionarios”, opinó el antropólogo Juan Martínez.

También en febrero, el Ministerio de Salud eliminó un protocolo con el cual las personas sexualmente diversas recibían atención “libre de estigma y discriminación” en un programa de prevención del VIH/SIDA, según Aranza Santos, del Colectivo LGBTQI+ Alejandría. Con la bandera arcoíris en su espalda, Turchkeim asistió a la marcha del Orgullo el sábado pasado en San Salvador junto a su pareja para exigir respeto a la diversidad sexual.

“Es preocupante (la postura oficial) por la persecución mediática hacia la población LGBTQI”, expresó en medio del ruido de la música y las consignas de los manifestantes. Según la Organización de Mujeres Salvadoreñas por la Paz, en El Salvador “8 de cada 10 personas LGBTQI+” sufren “discriminación basada en su orientación sexual” o identidad de género.

No al armario

Turchkeim y Ordóñez llevan dos años siendo pareja, pero sus familias no aceptan su relación. “Para evitar problemas”, dice la joven farmacéutica, no muestran su afecto en público.

Ordóñez cuenta que hace algunos años formaba parte de un coro católico, pero el director del grupo la excluyó durante Semana Santa porque le dijo, aludiendo al lesbianismo, que era “una aberración”. “Fue un shock saber que no había espacio para mí”, recordó.

“Las personas de diversidad sexual son heridas por iglesias tradicionales”, dijo Chávez, después de explicar que aunque los miembros de Santa María Magdalena asisten a la iglesia anglicana, se sienten más libres en el templo improvisado.

El gobierno y parte de la sociedad “quieren negar nuestra existencia y ante eso, tenemos que alzar nuestras voces, demandar y luchar por nuestros derechos”, dijo Grecia Villalobos, activista de Concavis Trans, una organización que defiende los derechos de las personas transgénero. “No vamos a permitir que nos estigmaticen, nos discriminen y nos encierren de nuevo en armarios”, agrega Santos.

La lucha será larga. Turchkeim y Ordóñez planean casarse en agosto de 2025, pero tendrán que viajar a Costa Rica, donde las uniones del mismo sexo son legales desde mayo de 2020. “Nos gustaría que fuera aquí, pero por supuesto… es muy difícil aquí”, se resigna Turchkeim.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *