El Costo Oculto del Uso de Pesticidas

The Hidden Cost of Pesticide Use

La región caribeña de Costa Rica es celebrada por su naturaleza exuberante y rica cultura. Sin embargo, también es un centro clave para la producción de banano. El país se encuentra entre los principales productores comerciales de banano en el mundo, con una productividad promedio de 2,325 cajas por hectárea, equivalente a unas 42 toneladas métricas.

Sin embargo, como lo revela el diario británico The Guardian, esta producción tiene un significativo costo humano y ambiental. “Al amanecer y al atardecer, los cielos sobre Matina, la capital de la provincia de Limón en la costa caribeña de Costa Rica, están llenos de aviones rociando una lluvia viscosa de agroquímicos sobre plantaciones de banano”, señala el artículo.

Costa Rica es uno de los mayores usuarios mundiales de pesticidas, con un promedio de 34.45 kg de ingrediente activo por hectárea anualmente, según la ONU. A pesar de las prohibiciones en la Unión Europea, Costa Rica continúa usando productos químicos peligrosos.

Los pesticidas clorotalonil y mancozeb, ambos considerados potencialmente cancerígenos, así como el clorpirifos, un agente neurotóxico, han sido encontrados en la sangre de mujeres y niños que viven cerca de las plantaciones, donde aviones rocían regularmente estas sustancias.

Los residentes en estas zonas reportan efectos secundarios como náuseas, vómitos, mareos, desmayos, dermatitis y ardor en los ojos, según el periódico. A veces, el olor de los productos químicos es tan abrumador que las escuelas cercanas deben ser evacuadas, ya que los niños se enferman. Tanto estudiantes como profesores han sido hospitalizados después de inhalar estas sustancias tóxicas.

El artículo destaca que tales incidentes “están lejos de ser excepcionales”. En una plantación propiedad de la empresa estadounidense Dole, el aire es “acre”, los campos están quemados y el suelo está lleno de lo que parece ser “piñas carbonizadas” debido al uso de paraquat, un químico que seca y quema las plantas. Sin embargo, Dole niega estas afirmaciones, afirmando que dejó de usar paraquat en 2008.

A pesar de los esfuerzos comunitarios para denunciar estas prácticas a las autoridades, no se ha tomado ninguna medida. El gobierno también ha pasado por alto los derechos de los trabajadores, los salarios y las condiciones laborales. Además de los riesgos para la salud, el medio ambiente está sufriendo. La contaminación del agua y del suelo es generalizada y los ecosistemas locales se están destruyendo.

El artículo señala que el uso a gran escala de estos químicos persiste porque los consumidores demandan frutas perfectas y se requiere una producción masiva para satisfacer la demanda global. También responsabiliza a la UE por permitir la exportación de estas sustancias prohibidas.

Sin embargo, existen alternativas. The Guardian destaca la plantación de banano orgánica de la comunidad Bribri, que opera sin pesticidas, demostrando que es posible producir frutas sin dañar a las personas ni al medio ambiente.

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