Vivir en el clima tropical de Costa Rica significa coexistir con algunas de las criaturas más exitosas de la tierra: las hormigas. Estos insectos asombrosos de la extensa familia Formicidae viven en colonias altamente organizadas que contienen obreras hembras aladas de varios castas, una reina alada, y, durante la temporada de reproducción, machos alados. Tienen una longitud que va desde un milímetro hasta siete centímetros.
Las hormigas son sobrevivientes. Hace 90 millones de años, una hormiga obrera envuelta en resina de planta fue el primer espécimen conocido del período Cretácico. Este hallazgo de 1966 demuestra que las hormigas poblaron selvas y sabanas prehistóricas mucho antes de que los humanos entraran en escena. Las hormigas no parecen culturistas, pero son fuertes como Superman, capaces de transportar objetos hasta 20 veces más pesados que su propio peso. Aunque no tienen un contrato con la compañía telefónica y no navegan por la World Wide Web, tienen su propio sistema de comunicación inalámbrica que utiliza senderos químicos para la orientación y reclutamiento de presas.
Les guste o no, las hormigas son nuestros compañeros de cuarto. Son polizones en nuestra vida diaria, invadiendo nuestra privacidad sin pedir permiso. Pero piensa en lo monótono que sería sin ellas, especialmente aquí en los trópicos. Imagina no tener que revisar frenéticamente los nidos las 24 horas del día, perseguir y limpiar después de ellos, trabajando como si tuviéramos hormigas en los pantalones.
Ya sea que seas de Múnich, Alemania, o Lancaster, Pensilvania, estás familiarizado con las hormigas y probablemente hayas sufrido una infestación en algún momento u otro. Aquellos que viven en los trópicos y no están dispuestos a compartir comida, agua, refugio y la belleza de sus jardines con estos insectos están condenados a una batalla perdida.
¡Cuidado!
En la lucha contra estos casi ciegos adversarios de seis patas, los cañones, espadas y pistolas son inútiles. Para vencer una plaga bíblica, un arsenal de armas secretas puede incluir la succión irresistible de aspiradoras, la tormenta caliente de secadores de pelo, agua jabonosa, vinagre y mezclas caseras de ácido bórico y azúcar. Y por último, pero no menos importante, debemos desarrollar la intrepidez estoica y la paciencia digna de un samurái.
Algunos de nosotros usamos líquidos venenosos para disuadir a estos impudentes intrusos del piso de la cocina y del mostrador. Otros creen que los aerosoles insecticidas corregirán la situación, una estrategia pobre cuando se trata de control de hormigas, ya que los insectos simplemente se dispersan y pobl…