Entre velas, música y abundante alcohol, miles de devotos celebraron a San Simón el lunes en un pueblo indígena de Guatemala. San Simón es un santo popular al que traficantes de drogas, prostitutas, migrantes y comerciantes rezan. Sus seguidores piden favores en el amor, la salud o los negocios y celebran su “cumpleaños” cada 28 de octubre, cuando miles hacen una peregrinación a un templo erigido en su honor en el pueblo indígena Maya Kaqchikel de San Andrés Itzapa, a 35 km al oeste de la capital.
“Me ha salvado de la muerte y de los accidentes. Me ha protegido de todo mal”, dijo Otto Rivera, un músico de 52 años, agregando que todo lo que ha logrado en la vida, lo debe a San Simón. “Él me ha dado trabajo, dinero, salud, amor y prosperidad”, agregó Rivera, conocido como “El Charro”. San Simón, o “Monchito”, es producto de un sincretismo religioso entre tradiciones cristianas e indígenas, pero no es reconocido por la Iglesia Católica.
El templo se asemeja a una capilla. Los fieles pasan frente a una imagen del santo en el altar principal, donde está representado sentado en una silla de madera, rodeado de dinero, botellas de cerveza y licor. Su rostro tiene una expresión en blanco con un espeso bigote. “Es un santo que no discrimina por color, edad, religión o sexualidad”, dijo Andrés Morales, de 21 años, quien visita el templo una vez al mes. Las paredes del templo están cubiertas con miles de placas en agradecimiento por los favores recibidos, muchos de migrantes que llegaron a Estados Unidos después de encomendarse a San Simón.
El santo está vestido con un traje moderno oscuro y un sombrero negro. Dentro y fuera del templo, visitado por devotos de otros países de Centroamérica y México, guías espirituales realizan “limpiezas” con hierbas, humo de cigarro y salpicaduras de bebidas alcohólicas en los fieles, mientras grupos musicales añaden armonía a la celebración.
Una mujer, que solo dio su nombre como Patty, compartió que ha sido devota de él desde que era un “bebé”, adorándolo durante 49 años. “Lo amamos, lo apreciamos, lo respetamos. ¡Viva San Simón!” dijo con emoción.