Costa Rica enfrenta una alarmante epidemia de obesidad según proyecciones de la Organización Mundial de la Salud, que augura un futuro sombrío.

Según las proyecciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Costa Rica podría situarse en el tercer lugar entre las naciones con mayores tasas de sobrepeso y obesidad en 37 años. Los altos niveles de estas condiciones han sido considerados por las autoridades como una epidemia y un problema de salud pública.

Ante este escenario preocupante, los nutricionistas han destacado la importancia crucial de implementar etiquetas frontales en los alimentos. Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la etiquetación frontal es una herramienta simple, práctica y efectiva para informar al público sobre productos que pueden dañar la salud y ayudar a guiar las decisiones de compra.

Los expertos en salud también creen que esta medida permitiría a los consumidores identificar fácilmente cuando un producto contiene niveles altos de sodio, grasa o azúcar, proporcionando información esencial para tomar decisiones alimentarias más saludables.

“El acceso a alimentos seguros es un derecho humano y un determinante social de la salud. Las áreas carentes de seguridad alimentaria son conocidas como desiertos alimentarios; en una línea paralela, aquellos lugares con una saturación de alimentos no saludables, con alta densidad calórica y bajo valor nutricional, se conocen como pantanos alimentarios”, dijo Emmanuel Bonilla, cirujano del Hospital Metropolitano.

Sin embargo, el Ministerio de Salud emitió una circular el año pasado ordenando que se ocultaran las etiquetas frontales en algunos alimentos importados. La Sala Constitucional emitió un pronunciamiento en el que indicaba que tal medida debería ser anulada. Con esta decisión, las etiquetas de advertencia delanteras no tendrán que ser ocultadas en los productos.

El acceso limitado a alimentos nutritivos asequibles constituye inseguridad alimentaria y se asocia con un mayor riesgo de múltiples enfermedades crónicas como la obesidad, la diabetes, las enfermedades cardíacas, los trastornos de salud mental, entre otras enfermedades crónicas.

Si bien no es un método infalible en el proceso de toma de decisiones al comprar alimentos, tener un ícono simple y fácil de identificar que indique que un producto es alto en grasa o azúcar permite a la persona tener más claridad sobre lo que está a punto de comprar o consumir.

“La etiqueta frontal o de advertencia indica al consumidor con información actualizada, veraz y científica, qué nutrientes de un alimento están en cantidades excesivas o altas, dándoles una voz de advertencia para que tengan herramientas para elegir y cuidar su salud”, dijo María Bolaños, presidenta de la Asociación de Profesionales en Nutrición.

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