Hoy, miles de fieles católicos celebran el Día de la Virgen de los Ángeles, Patrona de Costa Rica. Este día honra a una figura venerada cuya imagen original es pequeña y está hecha de roca volcánica, grafito y jade. Sus devotos la llaman cariñosamente “La Negrita”.
Según la tradición, el 2 de agosto de 1635, una mujer llamada Juana Pereira descubrió una imagen de la Virgen María con el Niño Jesús en brazos en una roca. El lugar era conocido como “Puebla de los Pardos”, donde más tarde se construyó la Basílica de Cartago.
La mujer trasladó la imagen a varios lugares, incluida una parroquia cercana, a petición del sacerdote local. Sin embargo, la imagen siempre volvía a aparecer en la roca original. Los lugareños interpretaron esto como una señal de que la Madre de Dios deseaba que se construyera un templo allí.
Inicialmente se construyó una ermita, seguida de la Basílica. Con el paso de los años, la devoción se extendió por todo el país. La gente comenzó a llamarla Nuestra Señora de los Ángeles, ya que apareció en la festividad de la Virgen celebrada bajo ese nombre.
La Romería
Con profunda devoción, los costarricenses de diversas partes del país emprenden una peregrinación al Santuario Nacional. Esta tradicional ‘Romería’ a menudo comienza a mediados o finales de julio, ya que a muchos peregrinos les lleva varios días completarla. Muchos también parten desde San José, recorriendo una distancia de aproximadamente 22 km.
Desde finales del siglo XIX, miles de personas han hecho esta peregrinación a la Basílica de los Ángeles anualmente. Entre rezos, cantos y peticiones, los peregrinos caminan un sendero de fe. Algunos emprenden este viaje buscando milagros para ellos mismos, familiares o amigos, mientras que otros vienen a expresar gratitud a ‘La Negrita’ por las bendiciones recibidas.
Al llegar a la iglesia, los peregrinos se arrodillan y caminan por el pasillo principal hacia la imagen de la Virgen. El aspecto más significativo es la fe de aquellos que buscan milagros y de aquellos que creen haber recibido alguno.
Este día ocupa un lugar especial en los corazones de los ticos y ticas, quienes muestran su fe arraigada y expresan su espiritualidad y gratitud.
