Una Vida Arraigada en la Tradición: Matriarca Costarricense y su Legado Perduradero

A Life Rooted in Tradition: Costa Rican Matriarch and Her Enduring Legacy

La palabra que la familia de mi esposa Tica suele usar para describir a su madre es ‘roble’, que significa un roble. Recientemente cumplió 93, o tal vez 94, nadie está seguro, y no existe certificado de nacimiento. Nació en la Península de Osa hace casi un siglo, cuando estaba aún más densamente boscosa y escasamente poblada que hoy en día.

Las familias numerosas eran comunes, y ella y su esposo continuaron esa tradición con 14 hijos. Trabajaban la tierra y eran cazadores-recolectores clásicos, cazando venados, tepescuintles y ocasionalmente monos, mientras pescaban en el Río Rincón y el Golfo Dulce. En su finca, criaban pollos y vacas y cultivaban frijoles, plátanos, calabazas y diversas frutas locales.

Cuando se casaron, Selma tenía 16 años, y su esposo Mingo casi el doble de su edad. Aunque esta diferencia de edad puede parecer inusual hoy en día, no era raro en aquel entonces. Selma apenas tuvo unos pocos años de educación formal, ya que trabajaba en la finca desde joven. Empezó a fumar cigarros enrollados a mano para sobrellevar los largos días de cuidado del ganado.

Su primer hijo, una hija, nació cuando todavía era adolescente. Dio a luz a sus hijos en la soledad, incluyendo gemelos, excepto por su decimocuarto hijo, que nació en un hospital en Golfito después de complicaciones. Selma también era conocida por ser una partera confiable, asistiendo a innumerables partos en la zona.

No existen fotos de ella hasta que tuvo cierta edad, cuando las cámaras se volvieron más comunes. Una vez le saqué fotos ayudando a un ternero atascado en el canal de parto de una vaca. Con maestría, sacó al ternero, con su infalible puro sobresaliendo de la comisura de su boca.

Mingo sufrió un derrame cerebral en sus 70, que eventualmente lo dejó ciego, pero su mente se mantuvo lúcida hasta su muerte a finales de sus 80 años. Recordó la Guerra Civil de 1948, cómo recibían periódicos de una semana de antigüedad y no se vieron afectados por los combates. Selma cuidó de él con ayuda de la familia extendida. Bromeó con ella durante un vuelo de evacuación médica, una promesa cumplida, justo antes de fallecer unos días después.

Hace cinco años, Selma se rompió la cadera, y menos de un año después, se rompió la otra. Sobrevivir a dos caderas rotas es raro a su edad, pero ahora pasa sus días en una silla de ruedas. Con muchas generaciones de familia cerca, no está sola. Ve televisión a diario, su programa favorito sigue a jóvenes mujeres chinas cuidando cultivos. Ocasionalmente, llama “¡Muchacha!” a las mujeres en la pantalla, quizás viéndose a sí misma de décadas atrás.

A nadie le sorprenderá si llega a los 100. Si no, cuando llegue su momento, se sentirá como perder un árbol antiguo: una historia insustituible, dejando solo recuerdos y el conocimiento de que realmente ya no hay nadie como ella.

El artículo ‘Una Vida Arraigada en la Tradición: Matriarca Costarricense y su Legado Perduradero’ fue publicado por The Tico Times | Noticias de Costa Rica | Viajes | Bienes Raíces.

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