Honduras’ Los internos de la prisión de La Tolva solicitan trabajo a medida que la paz regresa

Honduras’ La Tolva Prison Inmates Request Work as Peace Returns

En la prisión de La Tolva en Honduras, los enfrentamientos entre internos de diferentes pandillas eran comunes. Ahora que el gobierno ha actuado y logrado establecer cierta paz, algunos prisioneros están comenzando a solicitar oportunidades laborales para “reintegrarse en la sociedad”. En esta prisión de máxima seguridad en Morocelí, a 50 km al este de Tegucigalpa, se encuentran detenidos 1,755 miembros de la Mara Salvatrucha (MS-13), una de las dos principales pandillas de Honduras, custodiados por 200 soldados y guardias.

“Queremos hacer una solicitud directa al Estado, al sector privado y al sector público: nosotros, como presos, queremos una oportunidad, una oportunidad de empleo, de reinserción social”, dice Ramiro Oliva, quien prefiere usar un seudónimo. La paz llegó a esta prisión el año pasado después de que la pandilla rival, Barrio 18, fuera trasladada a la prisión de máxima seguridad El Pozo en Ilama, a 200 km al noroeste de la capital.

Antes de eso, desde que la prisión abrió en 2017, varios enfrentamientos resultaron en 24 muertes, según el Comisionado Nacional de Derechos Humanos.

Semana de la Celebración

Para conmemorar la “Semana del Encarcelado”, las autoridades permitieron que un equipo visitara la prisión, compuesta por edificios de bloques de concreto grises rodeados de cercas y alambre de púas, ubicados en una llanura rodeada por colinas cubiertas de maleza. Cada una de las ocho unidades en La Tolva alberga hasta 200 internos, mientras que la unidad de mujeres alberga solo 69 internas.

En un pequeño campo de fútbol al aire libre, siete internos hombres y una mujer, que lideran las unidades, saludaron a los periodistas con un apretón de manos. Estaban impecablemente arreglados, con el cabello corto, vistiendo camisetas blancas, pantalones negros o azul marino y zapatillas de marca.

Estos líderes compartieron un mensaje común: desean oportunidades laborales para reintegrarse a la sociedad, afirmando que desean vidas pacíficas para sus hijos. Durante años, las pandillas han dominado Honduras a través de la violencia y la sangre. Para contenerlos, se declaró un estado de emergencia en diciembre de 2022, permitiendo arrestos sin una orden judicial.

El año pasado, el país registró 34.5 homicidios por cada 100,000 habitantes, una ligera disminución desde los 44.7 en 2019 y lejos del récord de 86.5 alcanzado en 2011, según el Observatorio de Violencia de la Universidad Nacional.

Solicitud Directa

“Hoy en día, muchas personas son graduadas, de universidades y colegios, con antecedentes limpios, solicitando empleos tanto en empresas públicas como privadas, pero no pueden encontrar trabajo”, dice Oliva. La situación es peor para “personas como nosotros con antecedentes penales manchados”, se lamenta, asegurando que los internos no tienen lazos con los miembros de la pandilla que siguen en libertad.

El director de la prisión, Teniente Coronel Karllthers Medina, explica que La Tolva tiene un programa llamado las “Tres Rs”: rehabilitación, reeducación y reintegración. Fue lanzado después de que la presidenta Xiomara Castro ordenara el año pasado a la Policía Militar de Orden Público (PMOP) imponer disciplina en las 25 prisiones del país.

Con las Tres Rs, el objetivo es que los internos “aprendan oficios, para que cuando sean liberados, puedan dedicarse a algo que les permita sustentarse”, explica Medina. La presidenta tomó la decisión después de que miembros de la pandilla Barrio 18 mataran e incendiaran a 46 internos de la MS-13 en sus celdas en el penal de mujeres en Támara, a 25 km al norte de Tegucigalpa.

Como parte del programa de las Tres Rs, nueve internos hombres y mujeres, vestidos con pantalones anchos naranjas, camisetas y chalecos color crema, entregaron 16 sillas a una escuela cercana.

Trabajo, Educación, Fútbol

Dentro de la prisión, alrededor de veinte internos trabajan en la fabricación de bloques de concreto, que son donados a escuelas locales. Mientras tanto, unos cincuenta internos asisten a una sesión sobre “moral y ética” en un aula. Como parte de las festividades, en el campo de fútbol, un equipo celeste juega contra un equipo rojo y blanco en un partido ríspido, pero sin quejas al árbitro. Desde las gradas, los presos vitorean entusiastamente los goles.

Con las Tres Rs, el objetivo es que los internos “aprendan oficios, para que cuando sean liberados, puedan dedicarse a algo que les permita sustentarse,” explica Medina.

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